Continuación de la prehistoria del seguro de vida en España (II).

Al marcharse The Equitable, los Rosillo fundaron su propia compañía, “La Equitativa-Fundación Rosillo” y la tradición americana del seguro de vida se mantuvo en España, primero por “La Equitativa-Fundación Rosillo” y luego por “España, S.A. Compañía Nacional de Seguros”.

Los Rosillo desarrollaron el Grupo La Equitativa, que incluía varias compañías de seguros, cuya tendencia fue hacer negocios en todos los ramos del seguro, perdiendo su antigua especialización en el seguro de vida y que con los años acabó siendo comprada por un grupo suizo.

En 1908, además de promulgarse la primera Ley del Seguro, también se aprobó la Ley de 27 de febrero de 1908, que creó a la vez el seguro voluntario de retiro obrero y el Instituto Nacional de Previsión (INP), verdadero antecedente de nuestra Seguridad Social actual. El Instituto Nacional de Previsión debía observar las reglas técnicas del seguro, estando asesorado por un actuario de seguros con título profesional nacional o extranjero. 

Don Jesús Huerta Peña

El primer actuario graduado en España fue D. Jesús Huerta Peña, que fue nombrado Actuario Jefe en 1919 de la recién formada “La Equitativa-Fundación Rosillo” y trabajó para ella durante diez años. Huerta Peña, gran conocedor de las cláusulas más avanzadas y liberales del seguro de vida desarrolladas en América, pronto supo que el futuro del negocio de seguro de vida en España no estaría en el recién formado Grupo La Equitativa y por ello funda, en enero de 1928, España, S.A. Compañía Nacional de Seguros. Esta sociedad fue pionera en ofrecer seguros de vida con participación en beneficios en España (sobre todo en los Seguros de Vida Entera y Mixtos).

En 1929, un Real Decreto de 27 de diciembre, exigió a las compañías nacionales que dos terceras partes del capital social fuese propiedad de españoles, elevándose la proporción hasta las tres cuartas partes en el caso de las sociedades anónimas. El real decreto señalaba también que los gerentes, directores, consejeros, consejeros delegados y apoderados tendrían que ser españoles, excepto en las anónimas, donde hasta una tercera parte podrían ser consejeros extranjeros, «pero no puede recaer en ellos ni la Presidencia del Consejo, ni la Dirección de la Compañía».

Esta medida duró poco y fue anulada por otro R.D. de 28 de marzo de 1930, sin embargo de forma objetiva se podían esgrimir varias razones por las que era preferible contratar con entidades españolas a hacerlo con entidades extranjeras.

  • Las pólizas de las compañías extranjeras no ofrecían en España más garantías que las españolas, y además estaban condicionadas por un riesgo de cambio y un riesgo político sobre los que el Estado español no tenía influencia.
  • Las pólizas españolas de las compañías extranjeras no eran de menor coste, ni tenían más coberturas.
  • Las compañías extranjeras establecían sucursales en España, no se constituían como Entidades españolas, lo que las hacía menos sólidas.
  • Las indemnizaciones de compañías extranjeras no cobradas por aseguradores españoles a raíz de la Primera Guerra Mundial ayudaban a comprender el peligro de contratar con entidades no nacionales.

En 1930 España S.A. firmó el primer contrato de Seguro de Vida de Grupo realizado en nuestro país, asegurando a los miembros del llamado “Bloque Patronal”.

Al acabar la Guerra Civil las entidades aseguradoras eran incapaces de atender el pago de las indemnizaciones derivadas de daños sobre las personas (seguros de vida y de accidentes), y daños materiales contratadas antes de la Guerra, por lo que el Estado tuvo que intervenir para forzar una solución cooperativa.

Las aseguradoras fueron conscientes del peligro de esta alta siniestralidad desde el primer momento: en una reunión en julio de 1936 y, posteriormente, el 11 de febrero de 1937 en la Conferencia Nacional de Entidades Aseguradoras, acordaron no llamar “motín” a lo que estaba ocurriendo para eludir así su responsabilidad. Pero D. Jesús Huerta Peña escribió en marzo de 1937 una nota sobre el seguro de vida donde no concebía dejar sin protección a los asegurados; dispuesto a conseguir que se indemnizara argumentó que las compañías cometieron un error, al no haber previsto la posibilidad de una catástrofe como la ocurrida en España. Al final consiguió que se aceptara su visión, pero solo en lo referido a las pólizas de vida.

Su idea consistía en aumentar las primas de los seguros en vigor y, simultáneamente, deducir las indemnizaciones a favor de los beneficiarios de los fallecidos en la Guerra en la cuantía suficiente para poder hacer frente a la siniestralidad extraordinaria, como si ésta hubiese sido conocida de antemano. El resultado fue, en términos agregados, que incrementando apenas un 5% las primas y reduciendo un 5% las indemnizaciones ningún asegurado quedaba sin cubrir. El problema era que la distribución del número de fallecimientos no era uniforme entre todas las compañías aseguradoras, por lo que se hacía necesario crear un fondo de compensación para que el esquema funcionara.

El plan desarrollado, después de su aprobación, culminó con la fundación en mayo de 1940 del Consorcio de Compensación de Seguros sistema que, con ligeras modificaciones, fue después usado por varios países para afrontar la siniestralidad derivada de la Segunda Guerra Mundial.

Estudio sobre las Pensiones de Vejez y Supervivencia

Huerta Peña también contribuyó a analizar otro de los grandes problemas sociales del país cuando ya en 1960 publica un “Estudio sobre las pensiones de vejez y supervivencia”, donde plantea que el sistema de pensiones debe basarse en una combinación de pensiones mínimas garantizadas por el Estado y “planes complementarios sobre la base de la capacidad de ahorro de cada individuo”, es decir, lo que hoy día estamos viviendo con la más que presente reforma de la Seguridad Social.

Cuando en 1962 España se aproxima a la CEE, la imagen del sector asegurador no era muy competitiva y, de cara a afrontarlo se crea en 1963 la asociación “Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras” (ICEA), que dedica sus esfuerzos a realizar estudios sectoriales, trazar un plan estratégico y localizar las debilidades de las entidades españolas.

En 1968, la compañía España, junto con otras aseguradoras europeas funda la red internacional de entidades aseguradoras “Insurope”, que da cobertura mundial a las compañías multinacionales en el campo de los seguros de vida de grupo y los Planes colectivos de jubilación. Insurope abrió oficinas en Bruselas (Bélgica), Darien (Connecticut) y Sunnyvale (California), firmando contratos de reaseguro con cuatro grandes compañías de seguros de vida, entre ellas The Equitable Life Assurrance Society of de United States.

De esta forma, 40 años después de su fundación la Compañía España se asoció con la compañía americana de seguros de vida que originalmente había desarrollado el mercado del seguro de vida en España y que tan profunda influencia tuvo en su fundador.

A partir de 1978 se renueva la legislación de seguros española, promulgándose la Ley de Contrato de Seguro de 1980, liberalizándose los contratos y las tarifas para favorecer la competencia, y armonizando los requisitos de solvencia, de gobierno y de acceso a la actividad aseguradora con los que tiene la Unión Europea.

La adaptación a las nuevas exigencias exige la creación en 1984 de una Comisión Liquidadora de Entidades Aseguradoras (CLEA) en el seno del Consorcio de Compensación de Seguros, ofreciendo una liquidación ordenada de las entidades aseguradoras con problemas de solvencia en la que se prioriza el pago de los compromisos asumidos con sus asegurados.

Hoy por hoy el sector asegurador ha demostrado su solidez, durante los años de crisis ha seguido creando empleo y, a diferencia de la banca, no se han producido situaciones relevantes de rescate, insolvencia o desaparición de entidades aseguradoras. Además ha demostrado su capacidad de adaptación tanto al mercado cambiante como a los nuevos comportamientos de los usuarios de sus servicios.

Durante casi 90 años España S.A., Compañía Nacional de Seguros, ha participado activamente en la historia de la institución del seguro de vida en nuestro país, ha ofrecido a sus clientes seguros de vida clásicos o tradicionales y se ha mantenido fiel a su filosofía, buscando en todo momento la excelencia técnica para prestar un servicio íntegro y de calidad a sus asegurados, llegando a su 90 aniversario con la cabeza bien alta y siendo líder en el mercado por su nivel de solvencia.

Puedes leer la primera parte del artículo en este enlace y la segunda parte aquí.