El ahorro familiar en España ha estado históricamente concentrado en el sector inmobiliario, con casi un 75% del total de los activos. Estos datos contrastan con los de países como EE.UU. en los que sólo el 30% de los activos de las familias son no financieros.
En nuestro país, el 78% de la población posee una vivienda en propiedad, lo que nos hace elevadamente sensibles y vulnerables a variaciones en los tipos de interés y pérdidas de valor en el mercado inmobiliario. Este último aspecto ha provocado que en el período 2007-2013 la familia española media haya visto reducida su riqueza en más de un 30%.

En otro orden, la decisión del BCE de desarrollar una política expansiva ha penalizado a instrumentos tradicionales de ahorro como los depósitos bancarios que ofrecen remuneraciones anuales del 0,1%, al tiempo que el ahorro en seguros y fondos de pensiones no ha dejado de crecer desde el año 2006.

El crecimiento del ahorro familiar a través de seguros de jubilación y fondos de pensiones, fruto de factores tales como: Pérdida del valor inmobiliario, reformas constantes en las prestaciones públicas y conciencia del envejecimiento demográfico, entre otros, son un reflejo de la necesidad de abordar seriamente el reto al que nos enfrentamos en los próximos años, las familias necesitan un marco de ahorro enfocado a la jubilación.
El envejecimiento de la población tiene profundas implicaciones para el sistema financiero, concienciarse de la magnitud del problema ayudará a establecer por parte de las familias, el mercado de pensiones privadas y los gobernantes, los parámetros necesarios para abordar con seriedad y eficacia las iniciativas que llevarán a paliar el problema que se plantea.
Las familias necesitan un marco de ahorro enfocado hacia la protección y el fomento de ahorro de cara a la jubilación, crearlo pasa por la educación en finanzas y una evolución favorable en cuanto a normativa y fiscalidad que apoye de forma adecuada el ahorro a través de sistemas privados complementarios, ello contribuirá a generar el ahorro que necesita la economía para su regeneración.